Serás protagonista de tu propio proceso

Si estás pasando por un momento complicado o confuso en tu vida, es muy triste que lo transites solo/a. Sostener la inquietud en silencio acaba pesando más.

Serás protagonista de tu propio proceso

Mireia Llardén: Psicóloga Colegiada nº 34217 y Terapeuta Gestalt avalada por la AETG (Asociación Española de Terapia Gestalt).
FORMACIÓN

Historia personal:

Siempre me ha fascinado el mundo de las historias y la escucha activa. Durante la adolescencia, experimenté una crisis existencial que me llevó a explorar la filosofía y la escritura. Más adelante descubrí la conexión entre el cuerpo y las emociones, y cómo el trabajo terapéutico puede ayudarnos a sanar heridas emocionales profundas.

A través de mi propio proceso de terapia, entendí que el bienestar emocional pasa por el autoconocimiento y la integración de todas las partes que nos forman. Ahora, con experiencia como terapeuta y en proceso de supervisión constante, acompaño a personas en sus propios caminos de transformación.

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Desde pequeña, las historias han sido mi pasión. Siempre he tenido gran capacidad de escucha, combinada con una curiosidad innata y una profunda necesidad de reflexión. Este interés me llevó, a los 12 años, a adentrarme en los libros clásicos, algunos de los cuales me presentaron cuestiones conmovedoras sobre el mundo y sobre mí misma.

Durante la adolescencia, me quedé atrapada en una profunda crisis existencial y, sin saber cómo gestionarla, encontré refugio en la filosofía y la escritura. La incertidumbre me abrió la puerta al mundo emocional, que, por miedo, decidí cerrar enseguida. Siempre había buscado las respuestas fuera de mí, hasta que me di cuenta de que las respuestas estaban dentro de mí, y así me surgieron nuevas preguntas. Aquel descubrimiento no sólo transformó mi forma de ver la vida, sino que también me llevó a plantearme nuevas preguntas que me guiaban hacia un viaje cada vez más profundo.

Poco a poco empecé a abrir esa puerta y a explorar mi propio mundo interior. Con el apoyo de personas queridas, aprendí a conectar con mis emociones y a tomar conciencia de lo que realmente ocurría en mí. Este proceso me llevó a descubrir el autoconocimiento y crecimiento personal, y en medio de este camino, me encontré con la Programación Neurolingüística (PNL). Esta disciplina me enseñó que el cerebro, el lenguaje y los patrones de comportamiento están profundamente conectados y que, si los comprendemos, podemos transformarlos para mejorar nuestra vida.

Cautivada por este descubrimiento, quise ir más allá y entender de dónde venían estos patrones y cómo nos influyen. Así llegué a la pedagogía sistémica, que me permitió profundizar en mi visión sobre la educación. Las constelaciones familiares y las intervenciones sistémicas supusieron un antes y un después para mí. De repente, muchas de las dificultades que había experimentado en mi vida adquirían un nuevo significado en relación a la historia familiar. Comprender estas dinámicas y su impacto en las relaciones me fascinó y me empujó a seguir explorando ese camino.

A pesar de estos aprendizajes, sentía que existían aspectos que todavía se me escapaban. Necesitaba una base terapéutica más sólida que la sistémica no me ofrecía, y fue entonces cuando tuve la oportunidad de iniciar la formación en Terapia Gestalt. Fue un punto de inflexión en mi proceso. La Gestalt me ​​permitió descubrir partes de mí que desconocía, identificar heridas que no sabía que tenía y comprender su origen. Me dió la posibilidad de mirarme en el espejo y ver quién era realmente, no sólo a través de las experiencias vividas, también a través de la interpretación de éstas, que me había acompañado a lo largo de mi vida.

A medida que profundizaba en esta formación, me di cuenta de que muchas emociones quedan atrapadas en el cuerpo y que trabajarlas desde esa perspectiva es esencial. La Gestalt integra el trabajo corporal, así que durante tres años formé parte de un grupo de terapia corporal y movimiento, explorando métodos como Río Abierto, movimiento auténtico y centros de energía. Fue revelador ver cómo el movimiento podía hacer aflorar emociones profundas y cómo el acompañamiento terapéutico era clave para integrar estas experiencias. Muchas de ellas estaban impregnadas de significado emocional y a menudo conectadas con eventos del pasado, haciendo evidente la relación entre cuerpo, emociones y trauma.

Mi propio proceso terapéutico y mi amplia trayectoria formativa, me han proporcionado una base sólida para acompañar a otras personas en su camino.

Además, siempre con el consentimiento y el anonimato de los clientes, realizo supervisiones de casos para obtener diferentes perspectivas y revisar mi práctica terapéutica. Esto me permite ofrecer un acompañamiento más auténtico, objetivo y transparente, desde la presencia, conciencia y responsabilidad.